domingo, 28 de agosto de 2011

Si pensamos que es necesario evitar el dolor para que la vida sea placentera, el riesgo es que nos volvamos tan expertos en no sufrir, que a la larga ya no sentiremos nada : ni amor, ni alegría, ni esperanza . Aprenderemos a vivir dentro de un marco muy estrecho, sabiendo de ante mano que habrá muy escasos picos de gran felicidad, a cambio de la certeza de que tampoco habrá momentos de depresión: ni el menor dolor de tristeza; solo una perpetua monotonía, un día gris detrás de otro . Debido al miedo que le tendremos al dolor, seremos tan expertos en el arte de la indiferencia que nada nos llegara en el plano de los afectos .

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